[Editorial] Luchando hasta el final

MUCHOS PODRÁN CALIFICAR como derrota al hecho de que la Corte de Apelaciones haya desestimado acoger el recurso de protección que interpuso el Rector de nuestro colegio, y numerosas otras acciones deducidas por otros Liceos que se han sentido vulnerados, así como por apoderados preocupados por el futuro de sus hijos. Sin embargo, preferimos ver el vaso de agua medio lleno, y no medio vacío, no por meras razones propagandísticas, sino que por argumentos de fondo que pasaremos a explicar.

Desde un primer momento tuvimos claro que dar la pelea en contra del CRUCH, o más bien, en contra de los promotores del Ranking -a saber, Francisco Silva Gil, Ex Rector de la Universidad Silva Henríquez y actual asesor de las Universidades USACH y PUC, Juan Manuel Zolezzi, Rector de la USACH e Ignacio Sánchez, Rector de la PUC- era una tarea digna de epopeya bíblica, una pelea de David contra Goliat, debido a la abismante diferencia de medios en que ambas partes nos encontrábamos al principio de esta contienda. Y es lógico, puesto que las Universidades tienen la potestad de establecer el sistema de admisión que deseen, de cambiarlo cuando se les antoje, y de avisar del modo que a ellas les convenga (según lo que plantearon en la respuesta a la acción judicial presentada). Asimismo, al parecer pueden utilizar como respaldo de sus determinaciones informes elaborados por sus propios técnicos, que permanecen en parte ocultos, no son adecuadamente difundidos, no permitiendo que investigadores independientes puedan replicarlos y refutarlos, como si ocurre en otros organismos del Estado.

Pese a ello -y es aquí es donde vemos el vaso medio lleno-, fuimos capaces como comunidad de unirnos por una causa común, y luchar utilizando todos los recursos disponibles para ello.

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Esta tarea comenzó en agosto de 2012, cuando se avisó por medio de la prensa de la inclusión de un nuevo factor, el «ranking de notas» para el acceso a la Universidad. En aquel entonces la tarea de estudiar el instrumento, y de analizar su impacto, fue asumido en forma exclusiva por el Centro de Alumnos, organismo que organizó debates para estudiar y conocer los alcances de esta herramienta, pero no contando con mayor interés ni respaldo de parte de la Dirección en los legítimos reparos que se concluyeron frente a la iniciativa. Con todo, el CRUCH anunció que sería una implementación bien estudiada, y que no superaría en principio al 10% de la ponderación total.

Pero este año, ante el anuncio tardío del Consejo de Rectores de que las ponderaciones de este mecanismo aumentarían hasta un 40% máximo en algunas carreras, amenazaba con generar un grave daño a un porcentaje muy importante de institutanos.

Al igual que el año 2012, los primeros en preocuparse fueron los integrantes del nivel cuarto medio, pero a diferencia del año 2012 en esta oportunidad no solo fueron escuchados por el CAIN, sino que la nueva Dirección tomó un rol central en el movimiento en reclamo por el alza de ponderaciones. En pocos días la comunidad logró movilizarse, y por medio de una masiva marcha a principios de septiembre, poner el tema en la portada de los principales espacios de discusión. Y quienes dicen que no sirvió de nada yerran en sus afirmaciones, pues al poco tiempo de la masiva manifestación realizada hasta la reunión del CRUCH en la casa central de la Católica, la Casa de Bello reconoció por medio de un comunicado el daño que eventualmente generaría el alza en las ponderaciones del ranking y NEM, y decidió solo un leve alza de las ponderaciones de ambos instrumentos, reconociendo la Universidad de Chile la importancia de los liceos emblemáticos en el avance y mejoramiento de la educación pública.

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Junto a las movilizaciones, se vivieron dos procesos paralelos; por un lado, el Centro de Alumnos, en conjunto a la Dirección del colegio, y con el apoyo del CEPAIN, iniciaron conversaciones con los líderes del CRUCH, buscando hacerlos entender del grave error cometido, al apresurar la aplicación del mecanismo; y por otro lado, se generó un prolongado debate en las redes sociales, y a través de los principales medios de opinión, en donde el Rector Fernando Pérez, secundado por el Secretario Académico del CAIN Ricardo Parra y el Vice-Rector Pablo Gutiérrez asumieron una suerte de vocería en defensa de todos los estudiantes del país afectados por el cambio intempestivo de las reglas del juego.

Probablemente el tema del ranking, de no haber sido por la decisión inicial del Instituto de ofrecer resistencia, nunca hubiera generado el debate que  generó. La posición de los emblemáticos fue compartida por numerosos expertos, como el defenestrado Ministro Harald Beyer, y los principales periódicos nacionales -El Mercurio y La Tercera- dedicaron siete editoriales a criticar el ranking de notas y la decisión apresurada del CRUCH. Se sumaron al debate personalidades como Tomás Mosciatti, quien hizo presentes sus reparos a la medida, y el Consejo de Facultad de la Facultad de Derecho de la U. de Chile -presidido por su Decano- el cual por medio de una inserción señaló que «no puede desconocerse el importante rol predictivo que entrega un instrumento único, nacional e igualitario, como lo es la PSU».

Pese a las amplias críticas formuladas al ranking, el CRUCH hizo caso omiso a los numerosos problemas planteados, obligando a los liceos emblemáticos a recurrir a la justicia.

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Pese al panorama adverso, con el tiempo en contra, y con numerosas dificultades técnico-jurídicas de por medio, la Dirección, gracias a la ayuda generosa y gratuita del abogado y profesor Francisco Zúñiga, y los abogados de su Estudio Jurídico, destacando Francisco Veas, quien llevó la tramitación de la causa, logramos sortear el primer problema de la acción cautelar, el examen de admisibilidad, forzando al CRUCH a tener que responder ante la justicia por la medida adoptada. Lamentablemente la acción de protección no prosperó en la Corte de Apelaciones -aún queda la vía de la Apelación ante la Corte Suprema-, pero como reza el título de esta editorial el Instituto se mantuvo luchando hasta el final.

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    Tal vez no se logró revertir el panorama adverso generado por el CRUCH, y habrá por tanto una afectación directa al menos para las próximas dos generaciones, pero el tema ha quedado instalado en la palestra pública. ¿Qué sistema de admisión queremos? Es una pregunta que debemos seguir planteando, y mucha atención, porque durante los próximos años  tocará evaluar los efectos del ranking en la educación universitaria y secundaria, y pasar la cuenta de los retrocesos vividos a los impulsores de la medida.

En el plano externo, queda esa tarea pendiente. Reconducir el debate a discutir sobre la clase de sistema educacional que queremos como nación.

En el plano interno debemos rescatar los beneficios de una unidad de todos los estamentos de la comunidad institutana, y en base a las resoluciones del claustro emprender tareas comunes, actuando de forma responsable y respetuosa, tomando la iniciativa, argumentando los planteamientos por medio de argumentos racionales y fundados, y no por mero «panfletismo». Como comunidad una buena nueva causa común, una bandera de lucha bien podría ser la petición de que el Instituto Nacional, y los liceos municipales, sean prontamente traspasados al Estado de Chile, iniciativa que es compartida por las Alcaldesas Carolina Tohá y Josefa Errázuriz, con quienes como comunidad institutana podemos trabajar codo a codo en el cumplimiento de dicho anhelo.

Pero todo ello son ideas a futuro, lo concreto el día de hoy es que fuimos derrotados, pero no nos rendimos, y luchamos hasta el final.

Terminando esta editorial, nos permitimos señalar un paralelismo con el actuar de los liceos emblemáticos y el actuar del fundador del Instituto Nacional, José Miguel Carrera.

Carrera fue el primer chileno en tomar la determinación de enfrentar a España, y tomar las armas para lograr nuestra liberación. Del mismo modo, como Instituto Nacional fuimos pioneros en analizar el ranking y «tomar las armas» (de un modo literal) en contra de la decisión del CRUCH. Del mismo modo, Carrera fracasó en los hechos, pues la Patria Vieja terminó con el desastre de Rancagua, pero sus ideales trascendieron y  permitieron la creación de un Chile independiente de la dominación española. Lo mismo nos ha ocurrido a nosotros. Por tanto, como buenos hijos de José Miguel Carrera no debemos darnos por vencidos, ni debemos renunciar a nuestros ideales ante la derrota, por feroz que esta parezca.-

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